jueves, 29 de noviembre de 2007

Capítulo 7 - El plus de la simpatía

Hacía mucho tiempo que me moría de curiosidad de saber por qué Rodri no trabajaba, por saber si lo suyo era una opción personal o si estaba en el paro a la fuerza.

- Oye Rodri, tú, ¿por qué no trabajas?
- ¿Yo? Porque estoy mal valorado.
- ¿Ah si? ¿Y eso?
- Yo lo dejé porque no me pagaban lo que fingía, el precio de la farsa del trabajador.
- ¿La farsa del trabajador? ¿De qué va eso?
- A ver, yo cobraba un sueldo normal, como todo el mundo que no es rico ni aristócrata. Lo que pasa es que me cansé de que en mi empresa no valoraran el esfuerzo que hacía por hacerme el simpático para con los demás.
- ¡No te jode! En ninguna empresa te valoran.
- Ya, ya lo sé. Por eso me fui.
- Y entonces, ¿hay alguna empresa en el mundo que te valore como el Rodri que tú eres?
- No
- Perfecto
- Yo dejé de currar porque nunca me quisieron pagar el plus de la simpatía, un dinero que yo reclamé nada más pisar la empresa donde trabajaba.
- ¿El plus de la simpatía? Eso me suena a concurso de Miss España.
- ¡No seas banal! Es algo más serio. Es un plus que yo reclamé que me añadieran al sueldo base por hacerme el simpático en la empresa, poner cara de contento a las 8 de la mañana, relacionarme con compañeros de trabajo que me caían como el culo, sonreir al jefe, responder al teléfono con gracia y salero... Ya sabes, esos gestos que uno parece que haga de forma natural pero que está fingiendo para poder sobrevivir en el puesto de trabajo.
- ¿Quieres decir que tu te hacías el simpático a posta en el trabajo?
- A ver, Jonás, no seas gilipollas. ¿Quién está feliz y contento a las 8 de la mañana cuando se encuentra el jefe de cara y le pide que le prepare un informe para dentro de media hora? ¿Quién tiene ganas de ir a tomar un café con el facha cotilla que tiene por compañero de trabajo? ¿Cómo se puede sonreir ante una pila de facturas por cobrar? El esfuerzo que tiene que hacer el trabajador por adaptarse a un ambiente que no le es favorable ni se adapta a su carácter ni personalidad no tiene precio... bueno, debería de tener un precio. Eso es lo que pienso yo... Si no, mal vamos...
- ¿Pero a ti nunca te apetecía ir a tomar un café con tus compañeros de trabajo?
- No
- Ya
- No, no, de verdad. Los sueldos se basan siempre en las horas de trabajo pero nunca en el sacrificio que hace un trabajador por adaptarse, por aparentar ante el resto de compañeros y ante el jefe que todo va bien, que nada falla, que no está hasta los huevos de aguantar órdenes.
- Quizás si que tengas algo de razón. ¿Tu qué crees que pasaría si los trabajadores de las empresas de todo el mundo dejasen de hacerse los simpáticos y actuasen con sinceridad, como les viniese en gana?
- Que las empresas se irían a pique.
- ¿Ah si?
- Si
- Voy a pedir otra cerveza.
- Vale