jueves, 27 de septiembre de 2007

Capítulo 5 - Los feos somos antisistema

Íbamos por la cuarta birra y va y me dice mi amigo Rodri:

- Sabes que el Ayuntamiento ha impuesto una normativa municipal en la que todo lo feo de la ciudad, se va fuera.

Y yo:

- ¿Cómo que todo lo feo se va fuera?

Rodri- Pues eso, que las casas, las plazas, los coches y la gente, todo lo típico que hay en una ciudad, todas las cosas que no sean bonitas, se quitarán de la vista de los guapos. Lo que no sea limpio, moderno y de diseño, no queda bien con esta ciudad. Eso es lo que dice el ayuntamiento.

Yo - Joer, Rodri, pues tu y yo lo tenemos mal. Se salva la Mari, pero tu, yo y toda la clientela que calentamos los taburetes en esta barra, desaparecemos del mapa, fijo.

Rodri- Y los calendarios de carteles de toreros que culegan de las paredes del bar ¿qué me dices? eso se va fuera,¿ seguro!

Yo- Bueno, eso de que son feos los calendarios lo diras tú. A mi me gustan. ¿Por qué quién va decidir qué es feo y qué es bonito en la ciudad?

Rodri- Pues el alcalde y sus asesores.

Yo- Ah... pues lo tenemos claro.

Rodri- Pues sí...

Yo- ¿Y dónde van a esconder las cosas y la gente fea de la ciudad? Porque vamos a ser muchos, a ver dónde cabemos...

Rodri- De eso sí que no tengo ni idea... qué injusticia!

Rodri- O no

Cuarto paso antisistema hacia la autorrealización personal - Igual ser feo no está tan mal para lograr ser un antisistema. Imaginaros que el alcalde empieza a aplicar su normativa y nos echa a todos los feos fuera y nos vamos a vivir al lugar de los feos (no se dónde, pero un lugar) y allí, todos los feos excluídos de la ciudad de los guapos montamos un nuevo sistema. Un sistema en el que el aspecto exterior de las cosas y las personas no tuviese mportancia, un lugar en el que cada uno viviese a su gusto, nunca mejor dicho. La moda no existiria y los gustos no estarían establecidos. Nadie podria decir: este feo es más guapo o qué buena que está esa fea. La variedad de gustos, opiniones, puntos de vista y personas como vía de escape hacia la autorrealización personal. Le voy a decir a Rodri que empiece a hacer las maletas. Y que se traiga a su novia. Aunque sea guapa, la aceptaremos.

Capítulo 4 -Mi amigo Rodri, otro antisistema (creo)

Cada mañana me tomo un café con leche y un cruasán en el bar de la esquina. Me distraigo viendo como la gente se bebe el café a toda prisa y se va pitando al trabajo. Infelices.

En la barra he conocido a Rodri, que sale con la peluquera, la Mari, muy guapa ella. Pues con Rodri me paso horas y horas hablando de todo y de nada. Él está en el paro. Y yo también pero no se lo he dicho para que no me de la brasa e intente empatizar conmigo. Nos pasariamos la mañana intercambiándonos comentarios de parados: "has ido ya a cuñar?", "vaya cursillos de mierda que dan en el INEM", "si yo ni estoy agobiado por no tener curro, lo que tenga que venir, ya vendrá" "cúanto te queda de cobrar?" etc. etc.

Por eso le he dicho a Rodri que soy escritor de novelas de rol. Lo tengo camelado con mi falsa identidad. Me hace mil preguntas sobre mi vida y mis libros - le he dicho que ya tengo escrita una colección entera de 50 libros -. A Rodri no tengo ganas de contarle lo que realmente me pasa, que quiero ser un antisistema, porque si se lo explico, igual se mosquea conmigo. Él está muy afectado por lo del paro y si descubre que en realidad yo no hago nada en todo el día más que pensar en cómo ser un un antisistema... pues no le sentará nada bien... porque seguro que piensa como mi madre que soy un vago. Aunque él, Rodri, también es un poquito vago. Vive con lo que cobra del paro y lo que gana su novia en la peluquería y se gasta lo que no tiene en la máquina tragaperras.

El caso es que nos llevamos muy bien y nos hemos hecho la mar de amigos. Y eso me hace pensar que igual el también quiere ser antisistema pero no ha encontrado el camino o va por el camino equivocado. Igual lo de tirar el dinero - la palabra "tragaperras" ya lo dice - lo hace a consciencia, por alguna razón fundamentada, quizás es su manera de ir contra el sistema...

Yo estoy bastante perdido. Me cuesta saber por dónde tirar, qué pasos seguir hacia el antisetimatismo (palabra que creo que me acabo de inventar).

martes, 18 de septiembre de 2007

Capítulo 3 – Me empiezan a echar de menos

Esta tarde he bajado a comprar pilas para el walkman – como buen antisistema, he dejado de utilizar el iPod y ahora reciclo mis viejos aparatejos tecnológicos, dígase el walkman, dígase el vídeo VHS, aunque no renuncio al ordenador y a la conexión a Internet -. Pues eso, que estaba yo en la cola del súper y me encuentro a Jose María Torrat, el jefe de personal de la empresa donde trabajaba hasta hace cuatro días. Y me dice, sonriente:

- Hombre Jonás, tu por aquí, quien te ha visto y quien te ve.
- Hola Josemari, ¿cómo va?
- Pues bien, en la pausa para el cigarrillo y he aprovechado para venir a hacer la compra. ¿Y tú, cómo estás? Como hace 4 días que no sabíamos de ti, empezábamos a estar preocupados… No has llamado, no has dicho nada y ahora te veo aquí…
- Sí, he venido a comprar unas pilas, pero ya me iba…
- ¿Pero no estás enfermo? Como llevas 4 días sin aparecer… y ahora te veo, aquí, tan pancho, en la cola del súper.
- No, que va, estoy de maravilla, muy bien, muy bien. Ni de coña estoy enfermo. Bueno pues nada, me voy. Adiós

Y he salido tranquilo y con paso ligero del súper. El Torrat se ha quedado bastante extrañado y con cara de mosqueo. Pero lo he hecho muy bien, ¿no? He conseguido escurrir el bulto con naturalidad, sin ponerme nervioso y encima, no he dicho ninguna mentira. Que había bajado a comprar pilas y que estaba bien, ni enfermo ni nada.

Segundo paso antisistema hacia la autorrealización personal – Además del placer de disponer de todas las horas del día para mi mismo, dejar el trabajo me ha dado una satisfacción más: saber que, por una vez en la vida, en la empresa importo y se preocupan por mi. El jefe de personal me ha preguntado cómo estaba, se ha molestado en conocer mi estado de salud – cosa que, mientras compartimos el mismo techo de oficina, nunca se dignó a hacer-. Jonás existe.
El cabrón del Josemari me ha dicho que llevo 4 días sin aparecer.¡Cómo si yo no lo supiese!

martes, 11 de septiembre de 2007

Capítulo 2 - ¿Por dónde empiezo?

Tenía que llamar a mi madre y contárselo.

- Mama, soy yo
- Hola hijo, qué quieres?
- Nada, hablar
- Hablar, hablar… tu te crees que estoy yo para pararme a hablar, con la faena que tengo? Pero cómo se te ocurre? Qué haces, donde estás? Te están oyendo los del trabajo?
- No mama, no. Que hoy ya no he ido a trabajar. De eso te quería hablar, que como me voy a hacer antisistema, que he dejado la oficina…
- ¿Qué? Anda, anda, no digas tonterías y céntrate. Vete para el trabajo que si no, voy yo y llamo al jefe y te vas a enterar, tonto, más que tonto. Antisistema, antisistema, pero tu que te has creído?
- Pero… mama, mama tu sabes lo que es ser antisistema?
- No y ¿tu? Yo lo que sí sé es que eres es un vago, un vago como una catedral.
- Bueno mama, que ya te llamo otro día y hablamos. Que yo me lo he pensado bien y lo tengo claro… y esta decisión pues… implica muchas cosas y esto…esto… y eso, que no voy a trabajar más…
- Mira, que te vas para la oficina pero ya y deja de decir gilipolleces.
- Ya te llamo si eso otro día y lo hablamos mejor. Adios.

Primer paso antistema hacia la autorrealización personal– Con 34 años recién cumplidos tengo que dejar consultar con mi madre todas las decisiones que tomo en la vida. Hasta el día que me apunté a un equipo de fubito le pregunté a mi madre si le parecía bien. Con lo de ser antisistema, lo tengo crudo. Mi madre cree que si no trabajo es porque soy un vago. Y algo de razón tiene, pero lo que no tolero es que no me deje ni explicarme. Si es que eso de la comunicación padre-hijos que dicen los psicólogos que hay que fomentar no sirve para nada. Si no, mírame a mi, llevo más de 30 contándole a mi madre todo lo que me pasa y así me trata… Si voy contra el sistema, voy yo solito, sin mis padres –muy a mi pesar, porque creo que a mi madre no le iría pero que nada mal parar de trabajar y dejar de ser, por unos días, la mujer perfecta que nunca quiso ser-.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Capítulo 1 – De cómo y por qué lo de Jonas, el antisistema

Fue un lunes de agosto, a las 23.42 que decidí convertirme en un antisistema. Me dolía el cuerpo, no podía soportar el calor ni la triste rutina en que se había convertido mi vida. Y es que mi existencia transcurría entre el vagón del metro y la oficina gélida y desalmada. Me sentía tan abatido ante las obligaciones del vivir que supe que tenía que hacer algo fuera de lo habitual: un cambio radical, autorealizarme y conseguir una meta personal – esto no es mío, lo leí en un suplemento de diario de los domingos-. Y la revolución de mi mismo sólo la podía llevar a cabo solo – más que nada porque no conocía a nadie en esta ciudad de pasajeros de metro. Sólo me saludaba el del quiosco- .

Sería un antisistema. Jonas, el antisistema. La palabra la oí por vez primera en la tele. Un periodista retransmitía una manifestación de unos jóvenes con el pelo largo o crestas y ropa negra y dijo de ellos que eran unos antisistema. Yo no entendí muy bien el significado del término porque me pareció que los que salían por la tele no hacían nada de extraordinario, nada más allá de lo que hacemos muchos todos los días: se quejaban. La diferencia es que ellos lo hacían en masa y también pintaban paredes y quemaban papeleras.

Yo me quejo muchas veces, casi a todas horas, pero me quejo para dentro y claro, al final de la jornada estoy fatal y por eso me duele el cuerpo. Me cabreo las entrañas y luego no me soporto. Y claro, tenía que hacer algo para acabar con ese malestar rutinario: sería un antisistema. Una transformación que, así, de primeras, se me hacía bastante cuesta arriba porque yo tengo un problema y es que de naturaleza soy algo vago. Si ya me cansa caminar, imaginaros lo que me supone convertirme en Jonas, el antisistema. En ello estoy y por eso inicio este diario de a bordo, de a bordo de la vida.