domingo, 9 de diciembre de 2007

Capítulo 8 - Esas frases que nunca debí creer

Ahora que llevo tiempo desintoxicado sin pisar la oficina, tengo la cabeza más clara - y el cuerpo más descansado, por supuesto -.

Hay tardes que me vienen a la cabeza, como martillazos, frases del hijoputa del Jose María Torrat, el jefe de personal de mi ex-empresa. Yo creía que las decía de forma natural, que brotaban de su afilada boca como el "Buenos días" manido de cada mañana. Y no, no es así. El Torrat no es para nada espontáneo, ni gracioso, ni amable, ni comprensivo, ni sensible.

Él se disfraza cada mañana, con su jersey de punto verde botella y la camisa a rallas que le sobresale cuidadosamente por el cuello. Recuerdo sus delicadas manos, esas uñas impolutas y el anillo de casado que luce con discreción como símbolo de hombre comprometido, tan fiel a su esposa como a la empresa en la que trabaja desde que terminó la carrera de Administración y Dirección de Empresas.

Ahora debe tener unos 34 años y tiene un conflicto grave con la gente de su generación en particular y con el mundo en general. Aunque él lo ignora. No es consciente de que en el día a día putea a compañeros que tienen su edad - o unos años menos -. No lo sabe porque nació para ser jefe de personal. Y no se ha planteado nada más en la vida que conseguir una estable vida conyugal de chalé de Sant Cugat y un buen despacho propio, con hilo musical y butaca reclinable de cuero.

Toda esta descripción viene a cuento porque me acuerdo de las perlas que nos soltaba el Torrat en el trabajo a todos los que estábamos por debajo de él. A los jefes, por supuesto, los enjabonaba con comentarios que daba vergüenza ajena oir.

Estoy convencido de que el Torrat aprendió toda aquella verborrea en algún máster de ESADE, el alguna asignatura de estas que tienen títulos eufemísticos como "Control de la gestión", "Gestión laboral" o "Liderando la empresa". Seguro que el muy cabrón las aprendió entonces y se dedicó a memorizarlas y verbalizarlas a lo largo de su meteórica carrera. Y pondría la mano en el fuego y afirmaría que el tío no decía aquellas frases al tuntún y cuando le venía en gana sino que tenía muy claro a quién se las soltaba y por qué lo hacía.

No me enrollo más. Ahí va el top ten de frases de jefe de personal hijoputa:

1. Has sido seleccionado para unirte a este proyecto. Espero que sepas dar lo mejor de ti mismo y que tengas en cuenta desde el primer al último día que estés en esta empresa que apostamos por ti y que sepas valorar la confianza que hemos puesto en ti.

2. Gracias a esta empresa, aprendes gratis y encima, te pagamos.

3. Tienes un perfil de "junior" y por la tanto no puedes cobrar como un "senior". O sea, que 1000 euros es un sueldo razonable y si no, vete a otras empresas y veras que te ofrecen. Ahí fuera hace mucho frío y nuestras condiciones son más que aceptables.

4. Yo también me pongo enfermo pero con una aspirina tiro las 8 horas. Luego en casa ya descanso. Piensa en tus responsabilidades y en lo que supone para nosotros y para ti que te pongas un día enfermo. No puedes faltar tanto al trabajo.

5. Tú, que llevas tan poco trabajando con nosotros, deberías esforzarte por ser más puntual. Los veteranos se pueden permitir llegar un poquito más tarde pero tu... Chico, yo si fuera tú, no lo haría.

6. Yo si fuera tú me quedaría a terminar el trabajo, aunque salgas un poco más tarde. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy (risitas). Y eso, los de arriba lo valoran mucho.

7. Las vacaciones es una cosa que se debe compaginar con las necesidades y el calendario de la empresa. A ver, que no te digo que no te cojas ese día, pero claro, con el trabajo que tenemos... pues los de arriba no verían muy bien que te cogieses el día. Ya te lo cogerás más adelante, no. Total, ahora viene Navidad y es fiesta para todos, ¿no?

8. Jonas, tú vas mucho al baño, ¿no? No, no... a ver, cada uno que apechugue con su vejiga (risitas). Claro que al final del día sumas pausas y pausas (risitas).

9. La empresa considera que tu perfil está por debajo del puesto de trabajo que ocupas. Ya sabemos que haces tus horas y que te esfuerzas y que te valoramos mucho pero no podemos asumir el aumento de sueldo que has solicitado. Chico, tampoco está tan mal lo que cobras. Piensa que eres muy joven todavía.

10. Esta empresa está en constante crecimiento y tú tienes muchas posibilidades de crecer con la empresa.

Paso antisistema número - me he perdido- hacia la autorrealización personal - Cada frase merecería un extenso comentario pero no quiero recaer en el victimismo laboral, enfermedad que he sufrido durante muchos años. Queda claro que las palabras del Torrat esconden la defensa de un sistema perverso y muy bien calculado. Llegar a ser un buen antisistema pasa por dejar de creerse todo lo que nos dice el jefe de personal, sobretodo si sonríe cuando nos habla. Esto sólo es un bocado del gran pastel del cinismo que se reparte en las empresas. El amigo Néstor ha escrito - con humor, la mejor manera posible! - algo más sobre el tema.

jueves, 29 de noviembre de 2007

Capítulo 7 - El plus de la simpatía

Hacía mucho tiempo que me moría de curiosidad de saber por qué Rodri no trabajaba, por saber si lo suyo era una opción personal o si estaba en el paro a la fuerza.

- Oye Rodri, tú, ¿por qué no trabajas?
- ¿Yo? Porque estoy mal valorado.
- ¿Ah si? ¿Y eso?
- Yo lo dejé porque no me pagaban lo que fingía, el precio de la farsa del trabajador.
- ¿La farsa del trabajador? ¿De qué va eso?
- A ver, yo cobraba un sueldo normal, como todo el mundo que no es rico ni aristócrata. Lo que pasa es que me cansé de que en mi empresa no valoraran el esfuerzo que hacía por hacerme el simpático para con los demás.
- ¡No te jode! En ninguna empresa te valoran.
- Ya, ya lo sé. Por eso me fui.
- Y entonces, ¿hay alguna empresa en el mundo que te valore como el Rodri que tú eres?
- No
- Perfecto
- Yo dejé de currar porque nunca me quisieron pagar el plus de la simpatía, un dinero que yo reclamé nada más pisar la empresa donde trabajaba.
- ¿El plus de la simpatía? Eso me suena a concurso de Miss España.
- ¡No seas banal! Es algo más serio. Es un plus que yo reclamé que me añadieran al sueldo base por hacerme el simpático en la empresa, poner cara de contento a las 8 de la mañana, relacionarme con compañeros de trabajo que me caían como el culo, sonreir al jefe, responder al teléfono con gracia y salero... Ya sabes, esos gestos que uno parece que haga de forma natural pero que está fingiendo para poder sobrevivir en el puesto de trabajo.
- ¿Quieres decir que tu te hacías el simpático a posta en el trabajo?
- A ver, Jonás, no seas gilipollas. ¿Quién está feliz y contento a las 8 de la mañana cuando se encuentra el jefe de cara y le pide que le prepare un informe para dentro de media hora? ¿Quién tiene ganas de ir a tomar un café con el facha cotilla que tiene por compañero de trabajo? ¿Cómo se puede sonreir ante una pila de facturas por cobrar? El esfuerzo que tiene que hacer el trabajador por adaptarse a un ambiente que no le es favorable ni se adapta a su carácter ni personalidad no tiene precio... bueno, debería de tener un precio. Eso es lo que pienso yo... Si no, mal vamos...
- ¿Pero a ti nunca te apetecía ir a tomar un café con tus compañeros de trabajo?
- No
- Ya
- No, no, de verdad. Los sueldos se basan siempre en las horas de trabajo pero nunca en el sacrificio que hace un trabajador por adaptarse, por aparentar ante el resto de compañeros y ante el jefe que todo va bien, que nada falla, que no está hasta los huevos de aguantar órdenes.
- Quizás si que tengas algo de razón. ¿Tu qué crees que pasaría si los trabajadores de las empresas de todo el mundo dejasen de hacerse los simpáticos y actuasen con sinceridad, como les viniese en gana?
- Que las empresas se irían a pique.
- ¿Ah si?
- Si
- Voy a pedir otra cerveza.
- Vale

domingo, 28 de octubre de 2007

Capítulo 6 - La hora

Hoy estábamos el Rodri y yo viendo la tele en el bar y la presentadora del telediario nos ha dicho, desde detrás de la pantalla, con media sonrisa idiota y sin ningún tipo de consideración, si nos habíamos acordado de cambiar la hora del reloj, que hoy teníamos una hora de más:

"Queridos espectadores, acuérdense ustedes de atrasar su reloj una hora. Si no lo han hecho, hagan el favor de hacerlo porque si no mañana llegarán una hora antes al trabajo y no le querrán dar el gusto a sus jefes… "

Rodri me ha mirado y me ha dicho:

- ¿Y tu ya has gastado la hora de más que tenemos hoy?
- Yo no, yo me la guardo. Yo ya me retrasaré el reloj cuando me apetezca. El día que quiera tener una hora más, pues ya me las apaño yo.
- Tienes razón. Yo también me la voy a guardar, para estar con mi novia.
- Haces bien. ¿Tú sabes la de cosas que puedes hacer en una hora y lo que te puede cambiar la vida en una hora? En una hora puedes nacer o dejar de nacer. Morir o dejar de morir.
- Joer Jonás, no te pongas filosófico. Yo quiero una hora más para pasarla a gustito, con la gente a la que quiero, para dormir un poquito más, para acabar de ver una peli antes de dormirme, para alargar unas risas…
- ¿Sabes qué podemos hacer? Cada año nos vamos guardando la hora de más que se gana al retrasar el reloj. Y al final, tendremos un montón de horas acumuladas. Ya retrasaremos el reloj cuando nos de la gana. Y así, cuando lo queramos retrasar, podremos quitarle no sólo una hora, sino muchas, todas las que tengamos guardadas.
- Ya, eso mola. Pero ¿no hay otro día del año en que te quitan una hora? Me parece que es en verano… cuando la gente está más feliz…van y ale, una hora menos…
- También dicen que lo del cambio horario es por ahorrar energía…pero yo creo que gastamos igual porque en verano el aire acondicionado chupa que no veas…
- Entonces ¿Qué hacemos, Jonás? Si nos guardamos las horas pero luego nos las quitan en verano que es cuando mejor se está... Yo no lo veo claro.
- Mmm… pues no sé… Pide otra birra.
- Jefe ¡otra birra!

Quinto paso antisistema hacia la autorrealización personal - Ahora que soy - o que intento ser - antisistema he hecho desaparecer los relojes y calendarios que tenía por casa. Que tengo sueño, duermo. Que tengo hambre, como. Cuando bajo al bar, Rodri siempre está porque él ya hace meses que dejó de estar en el tiempo. Con Rodri precisamente me he dado cuenta de que es posible montarte tu tiempo si vives fuera de él. Y como los dos vivimos ahora en el mismo tiempo, nos hemos hecho la mar de amigos… No sé si me explico…Mi amiga Leo lo llama "asincronía".

jueves, 27 de septiembre de 2007

Capítulo 5 - Los feos somos antisistema

Íbamos por la cuarta birra y va y me dice mi amigo Rodri:

- Sabes que el Ayuntamiento ha impuesto una normativa municipal en la que todo lo feo de la ciudad, se va fuera.

Y yo:

- ¿Cómo que todo lo feo se va fuera?

Rodri- Pues eso, que las casas, las plazas, los coches y la gente, todo lo típico que hay en una ciudad, todas las cosas que no sean bonitas, se quitarán de la vista de los guapos. Lo que no sea limpio, moderno y de diseño, no queda bien con esta ciudad. Eso es lo que dice el ayuntamiento.

Yo - Joer, Rodri, pues tu y yo lo tenemos mal. Se salva la Mari, pero tu, yo y toda la clientela que calentamos los taburetes en esta barra, desaparecemos del mapa, fijo.

Rodri- Y los calendarios de carteles de toreros que culegan de las paredes del bar ¿qué me dices? eso se va fuera,¿ seguro!

Yo- Bueno, eso de que son feos los calendarios lo diras tú. A mi me gustan. ¿Por qué quién va decidir qué es feo y qué es bonito en la ciudad?

Rodri- Pues el alcalde y sus asesores.

Yo- Ah... pues lo tenemos claro.

Rodri- Pues sí...

Yo- ¿Y dónde van a esconder las cosas y la gente fea de la ciudad? Porque vamos a ser muchos, a ver dónde cabemos...

Rodri- De eso sí que no tengo ni idea... qué injusticia!

Rodri- O no

Cuarto paso antisistema hacia la autorrealización personal - Igual ser feo no está tan mal para lograr ser un antisistema. Imaginaros que el alcalde empieza a aplicar su normativa y nos echa a todos los feos fuera y nos vamos a vivir al lugar de los feos (no se dónde, pero un lugar) y allí, todos los feos excluídos de la ciudad de los guapos montamos un nuevo sistema. Un sistema en el que el aspecto exterior de las cosas y las personas no tuviese mportancia, un lugar en el que cada uno viviese a su gusto, nunca mejor dicho. La moda no existiria y los gustos no estarían establecidos. Nadie podria decir: este feo es más guapo o qué buena que está esa fea. La variedad de gustos, opiniones, puntos de vista y personas como vía de escape hacia la autorrealización personal. Le voy a decir a Rodri que empiece a hacer las maletas. Y que se traiga a su novia. Aunque sea guapa, la aceptaremos.

Capítulo 4 -Mi amigo Rodri, otro antisistema (creo)

Cada mañana me tomo un café con leche y un cruasán en el bar de la esquina. Me distraigo viendo como la gente se bebe el café a toda prisa y se va pitando al trabajo. Infelices.

En la barra he conocido a Rodri, que sale con la peluquera, la Mari, muy guapa ella. Pues con Rodri me paso horas y horas hablando de todo y de nada. Él está en el paro. Y yo también pero no se lo he dicho para que no me de la brasa e intente empatizar conmigo. Nos pasariamos la mañana intercambiándonos comentarios de parados: "has ido ya a cuñar?", "vaya cursillos de mierda que dan en el INEM", "si yo ni estoy agobiado por no tener curro, lo que tenga que venir, ya vendrá" "cúanto te queda de cobrar?" etc. etc.

Por eso le he dicho a Rodri que soy escritor de novelas de rol. Lo tengo camelado con mi falsa identidad. Me hace mil preguntas sobre mi vida y mis libros - le he dicho que ya tengo escrita una colección entera de 50 libros -. A Rodri no tengo ganas de contarle lo que realmente me pasa, que quiero ser un antisistema, porque si se lo explico, igual se mosquea conmigo. Él está muy afectado por lo del paro y si descubre que en realidad yo no hago nada en todo el día más que pensar en cómo ser un un antisistema... pues no le sentará nada bien... porque seguro que piensa como mi madre que soy un vago. Aunque él, Rodri, también es un poquito vago. Vive con lo que cobra del paro y lo que gana su novia en la peluquería y se gasta lo que no tiene en la máquina tragaperras.

El caso es que nos llevamos muy bien y nos hemos hecho la mar de amigos. Y eso me hace pensar que igual el también quiere ser antisistema pero no ha encontrado el camino o va por el camino equivocado. Igual lo de tirar el dinero - la palabra "tragaperras" ya lo dice - lo hace a consciencia, por alguna razón fundamentada, quizás es su manera de ir contra el sistema...

Yo estoy bastante perdido. Me cuesta saber por dónde tirar, qué pasos seguir hacia el antisetimatismo (palabra que creo que me acabo de inventar).

martes, 18 de septiembre de 2007

Capítulo 3 – Me empiezan a echar de menos

Esta tarde he bajado a comprar pilas para el walkman – como buen antisistema, he dejado de utilizar el iPod y ahora reciclo mis viejos aparatejos tecnológicos, dígase el walkman, dígase el vídeo VHS, aunque no renuncio al ordenador y a la conexión a Internet -. Pues eso, que estaba yo en la cola del súper y me encuentro a Jose María Torrat, el jefe de personal de la empresa donde trabajaba hasta hace cuatro días. Y me dice, sonriente:

- Hombre Jonás, tu por aquí, quien te ha visto y quien te ve.
- Hola Josemari, ¿cómo va?
- Pues bien, en la pausa para el cigarrillo y he aprovechado para venir a hacer la compra. ¿Y tú, cómo estás? Como hace 4 días que no sabíamos de ti, empezábamos a estar preocupados… No has llamado, no has dicho nada y ahora te veo aquí…
- Sí, he venido a comprar unas pilas, pero ya me iba…
- ¿Pero no estás enfermo? Como llevas 4 días sin aparecer… y ahora te veo, aquí, tan pancho, en la cola del súper.
- No, que va, estoy de maravilla, muy bien, muy bien. Ni de coña estoy enfermo. Bueno pues nada, me voy. Adiós

Y he salido tranquilo y con paso ligero del súper. El Torrat se ha quedado bastante extrañado y con cara de mosqueo. Pero lo he hecho muy bien, ¿no? He conseguido escurrir el bulto con naturalidad, sin ponerme nervioso y encima, no he dicho ninguna mentira. Que había bajado a comprar pilas y que estaba bien, ni enfermo ni nada.

Segundo paso antisistema hacia la autorrealización personal – Además del placer de disponer de todas las horas del día para mi mismo, dejar el trabajo me ha dado una satisfacción más: saber que, por una vez en la vida, en la empresa importo y se preocupan por mi. El jefe de personal me ha preguntado cómo estaba, se ha molestado en conocer mi estado de salud – cosa que, mientras compartimos el mismo techo de oficina, nunca se dignó a hacer-. Jonás existe.
El cabrón del Josemari me ha dicho que llevo 4 días sin aparecer.¡Cómo si yo no lo supiese!

martes, 11 de septiembre de 2007

Capítulo 2 - ¿Por dónde empiezo?

Tenía que llamar a mi madre y contárselo.

- Mama, soy yo
- Hola hijo, qué quieres?
- Nada, hablar
- Hablar, hablar… tu te crees que estoy yo para pararme a hablar, con la faena que tengo? Pero cómo se te ocurre? Qué haces, donde estás? Te están oyendo los del trabajo?
- No mama, no. Que hoy ya no he ido a trabajar. De eso te quería hablar, que como me voy a hacer antisistema, que he dejado la oficina…
- ¿Qué? Anda, anda, no digas tonterías y céntrate. Vete para el trabajo que si no, voy yo y llamo al jefe y te vas a enterar, tonto, más que tonto. Antisistema, antisistema, pero tu que te has creído?
- Pero… mama, mama tu sabes lo que es ser antisistema?
- No y ¿tu? Yo lo que sí sé es que eres es un vago, un vago como una catedral.
- Bueno mama, que ya te llamo otro día y hablamos. Que yo me lo he pensado bien y lo tengo claro… y esta decisión pues… implica muchas cosas y esto…esto… y eso, que no voy a trabajar más…
- Mira, que te vas para la oficina pero ya y deja de decir gilipolleces.
- Ya te llamo si eso otro día y lo hablamos mejor. Adios.

Primer paso antistema hacia la autorrealización personal– Con 34 años recién cumplidos tengo que dejar consultar con mi madre todas las decisiones que tomo en la vida. Hasta el día que me apunté a un equipo de fubito le pregunté a mi madre si le parecía bien. Con lo de ser antisistema, lo tengo crudo. Mi madre cree que si no trabajo es porque soy un vago. Y algo de razón tiene, pero lo que no tolero es que no me deje ni explicarme. Si es que eso de la comunicación padre-hijos que dicen los psicólogos que hay que fomentar no sirve para nada. Si no, mírame a mi, llevo más de 30 contándole a mi madre todo lo que me pasa y así me trata… Si voy contra el sistema, voy yo solito, sin mis padres –muy a mi pesar, porque creo que a mi madre no le iría pero que nada mal parar de trabajar y dejar de ser, por unos días, la mujer perfecta que nunca quiso ser-.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Capítulo 1 – De cómo y por qué lo de Jonas, el antisistema

Fue un lunes de agosto, a las 23.42 que decidí convertirme en un antisistema. Me dolía el cuerpo, no podía soportar el calor ni la triste rutina en que se había convertido mi vida. Y es que mi existencia transcurría entre el vagón del metro y la oficina gélida y desalmada. Me sentía tan abatido ante las obligaciones del vivir que supe que tenía que hacer algo fuera de lo habitual: un cambio radical, autorealizarme y conseguir una meta personal – esto no es mío, lo leí en un suplemento de diario de los domingos-. Y la revolución de mi mismo sólo la podía llevar a cabo solo – más que nada porque no conocía a nadie en esta ciudad de pasajeros de metro. Sólo me saludaba el del quiosco- .

Sería un antisistema. Jonas, el antisistema. La palabra la oí por vez primera en la tele. Un periodista retransmitía una manifestación de unos jóvenes con el pelo largo o crestas y ropa negra y dijo de ellos que eran unos antisistema. Yo no entendí muy bien el significado del término porque me pareció que los que salían por la tele no hacían nada de extraordinario, nada más allá de lo que hacemos muchos todos los días: se quejaban. La diferencia es que ellos lo hacían en masa y también pintaban paredes y quemaban papeleras.

Yo me quejo muchas veces, casi a todas horas, pero me quejo para dentro y claro, al final de la jornada estoy fatal y por eso me duele el cuerpo. Me cabreo las entrañas y luego no me soporto. Y claro, tenía que hacer algo para acabar con ese malestar rutinario: sería un antisistema. Una transformación que, así, de primeras, se me hacía bastante cuesta arriba porque yo tengo un problema y es que de naturaleza soy algo vago. Si ya me cansa caminar, imaginaros lo que me supone convertirme en Jonas, el antisistema. En ello estoy y por eso inicio este diario de a bordo, de a bordo de la vida.